Envejecimiento Poblacional. Teoría y Estadísticas

EL PROBLEMA DEL ENVEJECIMIENTO POBLACIONAL: Transición demográfica y envejecimiento poblacional.

Por Lic. Guillermo Rodriguez

INTRODUCCIÓN

La siguiente propuesta se funda en la idea de que: actualmente las ciudades poseen, embrionariamente en su población, lo que serán en un futuro. A decir de Osamu Saito (1998) los patrones de comportamiento demográfico en América Latina fueron formados por sus antecedentes históricos, culturales, económicos y ecológicos. Por lo cual se pretende realizar una revisión y reflexión teórica sobre una consecuencia central de la transición demográfica que es el envejecimiento poblacional. 

Con el objetivo describir algunos aspectos del envejecimiento poblacional y su relación con la integración social de las persona mayores. Se reconstruye el marco contextual e histórico con el cual el envejecimiento poblacional es abordado por los organismos internacionales referidos a la temática, y las consideraciones sobre la aplicación de posibles respuestas, con un abordaje desde una concepción de derecho, vinculados a cuestiones de las personas mayores.

BREVE DESCRIPCIÓN HISTÓRICA DEL FENÓMENO

El sistema de Naciones Unidas a partir de sus declaraciones y principios ha promovido la incorporación de los derechos de las personas mayores como un eje clave en la agenda de gobiernos y sociedades, en especial a partir de los ‘90’. Tres hitos marcan la puesta en agenda internacional de la temática de la vejez y el envejecimiento: la Asamblea Mundial sobre el envejecimiento y el Plan de Acción de Viena (1982); la adopción de los Principios a favor de las personas de Edad (1991) y la segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento y el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento (2002). Fassio, A. (2009)

En el Año Internacional de las Personas Mayores (1999) se instaló el concepto de una sociedad para todas las edades, implicando cuatro dimensiones: el desarrollo individual durante toda la vida; las relaciones multigeneracionales; la relación mutua entre el envejecimiento de la población y el desarrollo; la situación de las personas mayores de edad. Ese acontecimiento atravesó el espacio geográfico de las naciones y contribuyó a promover la conciencia de la situación, como también la necesidad de impulsar la investigación multidisciplinaria y la acción consecuente en materia de políticas gerontológicas en todo el mundo. Tamer, Nora L. (2007)

Los países de América Latina y el Caribe acordaron en Santiago de Chile, en el marco de la Primera Conferencia Regional Intergubernamental en noviembre de 2003, una estrategia Regional de Implementación para América Latina y el Caribe del Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento (2002), en la que se remontan las líneas de acción propuestas en el Plan de Madrid: a) las personas de edad y el desarrollo. b) el fomento de la salud y el bienestar en la vejez. c) creación de un entorno propicio y favorable.

La Segunda Conferencia Regional Intergubernamental sobre Envejecimiento, realizada en Brasilia (2007), tuvo por objetivo evaluar los logros en la implementación del Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el envejecimiento y su estrategia Regional. Los representantes de los países reunidos firmaron la Declaración de Brasilia que, entre otras iniciativas, propone: 

a) la realización de intervenciones en la prevención y atención para mejorar el acceso a los servicios de tratamiento, cuidado, rehabilitación y apoyo a los adultos mayores con discapacidad; 
b) tomar en cuenta los efectos del VIH/SIDA en los adultos mayores en la prevención, tratamiento y cuidados. 
c) la realización de estudios e investigaciones que faciliten la adopción de decisiones en el tema y la elaboración de perfiles demográficos y socioeconómicos de la población de personas mayores que permitan identificar las brechas de implementación de los derechos humanos y los medios para el disfrute y la participación en el desarrollo. 
d) la necesidad de impulsar el acceso equitativo a los servicios de salud y medicación; 
e) la creación de marcos legales y mecanismos de supervisión para proteger los derechos humanos y libertades fundamentales de los adultos mayores. 
Facilitar la formulación y el cumplimiento de leyes y programas de prevención de abuso, abandono, negligencia, maltrato y violencia contra los adultos mayores. Fasio, A. (2009)


La transición demográfica y el régimen demográfico moderno

El régimen demográfico moderno parece definirse por: su baja natalidad, su baja mortalidad (sobre todo su baja mortalidad infantil), y la escasa incidencia de la mortalidad catastrófica. Históricamente con la revolución industrial la sociedad, la economía y el Estado cambian radicalmente; y también el modelo de familia, y como consecuencia la población. 

Comienza otro ciclo expansivo de la población conocido como transición demográfica. La transición demográfica es un período extraordinario de crecimiento de la población. Consiste, básicamente, en el descenso de las tasas de natalidad y mortalidad. La forma cómo se hace este descenso provoca el aumento de la población.

La transición demográfica es el paso del régimen antiguo al régimen moderno de población. Este proceso comienza a finales del siglo XVIII o mediados del siglo XIX en los países que se están industrializando, y termina, en ellos, en los años 60 o 70 del siglo XX. Durante este período la población se ha multiplicado entre 2 y 7 veces.

Las causas del descenso de la fecundidad son muchas, pero en la base de todas ellas está el desarrollo económico y la posibilidad efectiva de controlar la natalidad. Para explicar este descenso David Heer (1993), expone tres razones: el cambio en la escala de valores, los costes de los hijos y los recursos de tiempo y energía que requiere cada nuevo hijo. Además la decisión de tener menos hijos es fundamental para el descenso de la natalidad, pero también lo son otros factores como los métodos anticonceptivos que permiten que esa decisión sea efectiva.

Las causas del descenso de la mortalidad, sobre todo infantil, son más claras. El desarrollo industrial conlleva el desarrollo científico, y la puesta en práctica de las medidas higienistas que propugnaban los ilustrados del siglo XVIII. Los avances científicos en la lucha contra las enfermedades, sobre todo infecciosas, son notables. Además, coincide con un descenso de la morbilidad de las enfermedades. Aparece la penicilina Alexánder Fléming, 1928 y las primeras vacunas: Edward Jenner crea la primera vacuna, para la viruela en 1796, Louis Pasteur 1822-1895. 

En todos los países se reforma la ciudad, y uno de los criterios que se tienen en cuenta son las condiciones sanitarias de los barrios. Se hacen calles más anchas y mejor ventiladas, alcantarillado, agua corriente, iluminación, etc. Se educa a la población en los hábitos higiénicos, por medio de la escolaridad obligatoria, y se crean hospitales y una infraestructura sanitaria más densa: aparecen los médicos de familia en todas partes. 

Además, los hospitales, los cementerios, las cárceles, los cuarteles y todas las infraestructuras que se consideran como fuente de enfermedades se trasladan a las afueras de las ciudades. También se mejora la alimentación, ya que se hace más regular y variada. La revolución industrial asegura la producción agrícola, gracias al aumento de la productividad de la tierra. Serán muy pocas la crisis de subsistencia desde entonces, el hambre en Irlanda en 1846-1848, el hambre en la URSS en 1920 y el hambre en España en 1940. Cada vez las crisis de subsistencia son menos violentas, hasta que llegan a desaparecer en los países ricos.

Si la transición demográfica hace aumentar la población es porque las tasas, y sus correspondientes curvas, de mortalidad y natalidad se separan, haciendo aumentar el crecimiento vegetativo. Según el modelo típico hay tres momentos clave en el proceso, que se suceden en el tiempo y que hacen variar la curva de crecimiento vegetativo. (a) El primero es cuando comienza a descender la mortalidad.

Este momento se toma como el comienzo de la transición demográfica. (b) El segundo período es cuando comienza a disminuir la fecundidad. Este es el momento de mayor crecimiento vegetativo; pues la distancia entre la natalidad y la mortalidad es la máxima. (c) El tercero se presenta cuando las tasas de natalidad y mortalidad están en sus niveles mínimos, y por consiguiente el crecimiento vegetativo. A este momento se le considera el fin de la transición demográfica. 

Para determinar el fin de la transición demográfica es necesario que las tasas bajas se mantengan durante, al menos, 5 años, y que la esperanza de vida al nacimiento para las mujeres sea, como mínimo, de 73 años. Según la duración, y su máximo crecimiento vegetativo, Chesnais (1990) diferencia tres tipos de transición demográfica en los países desarrollados. 

El tipo nórdico, en el que el crecimiento vegetativo anual máximo es muy bajo, menos de 2% y la transición demográfica es muy larga, dura entre 150 y 200 años. El tipo centro occidental de más corta duración, entre 90 y 100 años, y también con un crecimiento vegetativo anual máximo menor del 2% que además se alcanza a comienzos del siglo XX. Y el tipo meridional y oriental, de unos 90 años de duración, y al igual que los anteriores con un crecimiento vegetativo anual máximo menor del 2%, pero que se alcanza mucho más tarde, hacia los años 50 y 60.

En los países subdesarrollados este modelo está alterado. Ninguno de ellos ha terminado la transición demográfica y por lo tanto no se puede saber cuanto durará, pero en todos los casos ha superado el 2% de crecimiento vegetativo anual. La transición demográfica en los países del Tercer Mundo no fue acompañada del crecimiento económico de los países desarrollados, lo que implica un desequilibrio grave y problemas de desempleo, pobreza y hambre, que no hubo en Europa. 

Además, se ha desarticulado el modelo tradicional de sociedad, con lo que no tienen respuestas propias a sus problemas. La superpoblación producida en Europa tuvo la oportunidad de emigrar, gracias al colonialismo y la acogida de los países nuevos. Esa es una posibilidad que la superpoblación de los países el Tercer Mundo no tienen. [En línea]. Web: (http://www.club.telepolis.com), JUNIO, (2010)


TRANSFORMACIÓN LATINOAMERICANA Y EL CARIBE

La estructura por edad de la población Latinoamericana y Caribeña ha ido cambiando con mayor o menor intensidad según el avance de la transición demográfica de cada país. Estos cambios en el peso relativo de las generaciones, provocados por el aumento de la esperanza de vida y la disminución del número de hijos, originan un nuevo escenario que tiene profundas implicaciones en la organización familiar, los niveles de bienestar y cohesión social, y las esferas económicas, políticas y culturales. (Guzmán, 2002b).

Entre las profundas transformaciones de relevancia la tasa de crecimiento de la población adulta mayor es más elevada en la región que en los países desarrollados, el proceso de envejecimiento impone importantes retos y supone grandes desventajas inmediatas. CEPAL (2009)

Se denomina envejecimiento demográfico a un proceso de cambio en la composición estructural de una población por el cual el peso relativo de los grupos etarios superiores (mayores de 64 años) supera el 7% de la población total en detrimento de los otros grupos.

Las Naciones Unidas (1956) definieron operacionalmente al fenómeno según el porcentaje de personas de 65 años y más sobre el total de la población del área respectiva. De acuerdo con esta definición, son poblaciones jóvenes las de las jurisdicciones con menos del 4% de personas 65 años y más, maduras las que tienen entre 4 y 6 % y envejecidas las que superan el 7% de personas de esos grupos de edad.

El índice de envejecimiento

El índice de envejecimiento es otro indicador que permite conocer los cambios en la estructura de edades de las jurisdicciones. El índice hace referencia a la relación entre el número de personas mayores de 60 años cada cien jóvenes menores de 15 años que se registran en un área. Ofrece otra perspectiva para analizar fácilmente las diferencias entre los grupos de edades de las distintas jurisdicciones y evaluar las cargas de dependencia demográficas potenciales.

En el año 2006, según la CEPAL, en América Latina y el Caribe vivían cerca de 50 millones de personas de 60 años y más, y se esperaba que para el año 2025 esta población alcance los 100 millones. Según las proyecciones, para el año 2050 uno de cada cuatro latinoamericano y caribeño será una persona mayor, y en seis países de la región el 30% de habitantes tendrá más de 60 años.

A futuro el incremento de las personas mayores continuará acompañado por la disminución de niños y adolescentes, y estará marcado por un rápido envejecimiento al interior al propio grupo de adultos y adultos mayores, debido a que la población de mayores de 75 años y más es el segmento que más crecen vertiginosamente.

Entre los países más envejecidos de la región para el año 2050, las tendencias globales indican que Cuba superará el 30%; Guyana; Martinica; Guadalupe; Trinidad y Tobago y Barbados. Entre los más próximos, Chile alcanzará el 26,4%; Uruguay con el 25,4; México 25,1.

En el quinquenio 1950-1955 la esperanza de vida superaba los 60 años en solo cinco países de la región, y al 2050 catorce países superarán los 80 años (Antillas Neerlandesas, Argentina, Barbados, Chile, Costa Rica, Ecuador, Cuba, Guadalupe, Guyana Francesa, Jamaica, Martinica, Panamá, Puerto Rico y Uruguay).

En los años 90’ la población de 60 años y más creció en 11 millones de personas, en tanto que los menores de 15 años aumentaron en poco menos de la mitad de dicha cifra. En el año 2005 los países con más bajo porcentaje de menores de 15 años eran Cuba con 19,1%; Uruguay con el 24,3%; Chile con el 24,9% y Argentina con el 26,3%. 

Coincidentemente estos países presentaron un avanzado envejecimiento de sus poblaciones. Según la CELADE esto se opone con lo ocurrió en 1960 cuando la población de niños creció en 65 millones y las personas mayores en cerca de 5 millones. A futuro se espera que ya no se repitan las clásicas pirámides de población con muchos jóvenes en la base y pocas personas mayores en la cúspide, sino que se transite paulatinamente hacia nuevas y más complejas formas de estructuras por edades.

TRANSFORMACIONES EN ARGENTINA

Como hecho social el envejecimiento en Argentina es un tema central y novedoso que se presenta en la realidad social en formas diversas y heterogéneas. A modo de ejemplo puede citarse el sistema previsional argentino, que sostiene un gran número de argentinos al límite de la línea de la pobreza y con un nivel de dependencia sobre la población económicamente activa, con tendencias a incrementarse. 

Hoy, a mediados de 2010, los jubilados nacionales, en un 75%, reciben un haber mínimo de $800.- (más un subsidio adicional de $45). Por lo cual los asalariados de la economía formal se ven obligados a aportar aproximadamente el 25% de sus ingresos como contribución previsional, para sostener a los mayores. Por lo tanto es importante preguntarse, ¿Qué retorno tendrán estos asalariados en su vida de pasivos? (Alberto J. Figueras, 2009)

Las tendencias historiográficas del envejecimiento mundial ubican a la Argentina en el grupo cuyas poblaciones envejecieron considerablemente a partir del año 1950. (Myres, 1982:8). En la Argentina, el censo Nacional de 1970 daba cuenta de un fenómeno novedoso: la sociedad había envejecido, los mayores de 65 años representaba el 7% del total de la población. 

Culminando así un proceso de cien años de evolución demográfica cuyas causas deben asociarse a las notables transformaciones sociales, políticas y económicas operadas en el país entre 1860 y 1914. En el año 1980 la población mayor de 65 años reflejaba las tendencias propias de una sociedad urbanizada y envejecida con un 8,2% de la población total del país. En el censo de 2001, los mayores de 65 años representaban casi el 10% del total de la población. . Nélida Redondo, (1990)

El término “envejecimiento individual” se asocia comúnmente al proceso biológico que
experimenta una persona cuando avanza su edad. Sin embargo, el comienzo de la edad de la vejez tienen que ver no sólo con la evolución cronológica, sino también con fenómenos de naturaleza biosíquica y social (Magno de Carvalho y Andrade, 2000). 

A diferencia del proceso individual, el envejecimiento de una población, o envejecimiento demográfico, puede revertirse si se modifican sus fuerzas causales (tendencias de la mortalidad, de la fecundidad y de la migración según sea el caso). Sin embargo, dadas las tendencias pasadas y la situación actual, resulta razonable la proyección vigente: el proceso de envejecimiento a nivel mundial continuará su curso, por lo menos hasta mediados del siglo XXI. Laslett, Peter, (1991)

La Argentina es uno de los tres países más envejecidos de América Latina, Cuba y Uruguay son los otros dos. (CEPAL, CELADE,2001). El envejecimiento poblacional argentino es diferencial según regiones y provincias y en los distintos estratos sociales como consecuencia de la distinta evolución seguida por los factores demográficos: la fecundidad, la mortalidad y las migraciones. 

La región Centro Litoral es la más envejecida del país debido a que en su ámbito se llevó a cabo el proceso más temprano e intenso de control de la fecundidad y descenso de la mortalidad. Cuyo es la otra región envejecida, dado que a partir de la década del 50 inició un rápido proceso de disminución de la mortalidad y la fecundidad, acercando sus valores a los del centro litoral. 

El Censo de 1991 evidenciaba que el envejecimiento demográfico argentino se concentraba en las provincias de las regiones Centro Litoral y Cuyo, en tanto las provincias del Noroeste y del Noreste mostraban estructuras de edades maduras, aunque las últimas más jóvenes que las primeras. La Patagonia era la región más joven del país y la provincia de Tierra del Fuego era la única provincia del territorio argentino que no mostraba tendencia al envejecimiento de su población.

Al aplicar índice del envejecimiento poblacional, la Ciudad de Buenos Aires y Santa Fé mantienen el primer orden de lugar como las jurisdicciones más envejecidas en la serie analizada, expresando el índice de envejecimiento la relación entre la cantidad de personas de 60 años y más cada 100 jóvenes menores de 15 años, pero se altera el ordenamiento de las restantes jurisdicciones, debido a que refleja comportamientos diferenciales en la fecundidad y las migraciones en las áreas analizadas.

Para Gómez, A. y Lucarini, A. (2009) en una reelaboración de los datos de los censos de 1991-2001, a lo largo del la década del 90 aumentó el envejecimiento demográfico en todas las provincias argentinas, incluida la Tierra del Fuego, siendo particularmente notable el crecimiento de la proporción de personas de 65 años y más sobre el total de las poblaciones en las provincias patagónicas. 

El Censo de 2001 puso de manifiesto el aumento de la incidencia del envejecimiento poblacional, fenómeno que en la actualidad abarca a las provincias de: Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fé, La Pampa, Entre Ríos, Mendoza, San Juan, San Luis, Tucumán, Catamarca y Río Negro. Es decir, están envejecidas la totalidad de las provincias de la región Centro Litoral y Cuyo, dos provincias de la región Noroeste y una de la Patagonia. Gómez, A. Lucarini, A. (2009)

Las mayores variaciones ínter censales se registraron en las provincias patagónicas–que aumentaron entre el 30 y el 50% la proporción de mayores de 65 años-, región en la que el Censo 2001 puso en evidencia una provincia envejecida –Río Negro, con 7,2% de personas de 65 años y más- al mismo tiempo que comprendía a la única jurisdicción con población estructuralmente joven de todo el territorio nacional: Tierra del Fuego con sólo 2,9% de población de 65 años y más.

La mayor parte de las provincias del Noreste y algunas del Noroeste que son todavía maduras registraron alrededor del 20% de crecimiento, similar al de las provincias de Mendoza y San Juan, en la región de Cuyo, ya envejecidas. En cambio, las provincias del Centro Litoral, que son las más envejecidas del país, incrementaron en menos del 10% los valores del Censo 1991. Solamente la provincia de Salta no mostró, durante la década, variación en su envejecimiento poblacional.

EL ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN MAYOR

El alargamiento de la vida humana determina el aumento de la esperanza de vida en las edades avanzadas y el consecuente envejecimiento de la población anciana, es decir, el aumento de la proporción de personas de edad extrema en el total de la población adulta mayor. Operacionalmente se ha considerado el indicador de Naciones Unidas (1975) que considera la proporción de personas mayores de 80 años sobre el total de las personas de 60 años y más. 

El envejecimiento de la población mayor es hasta el momento el indicador más potente para predecir la posible incidencia de vejez frágil en una jurisdicción y evaluar los problemas familiares o comunitarios derivados del soporte funcional a personas con discapacidades crónicas. En todas las provincias argentinas se registra un aumento del envejecimiento de la población adulta mayor de 80 años, resultando notorios los incrementos registrados en la provincia de Mendoza y Río Negro.

ALGUNAS CONCLUSIONES A NIVEL NACIONAL

Para Gómez, A. y Lucarini, A. (2009) en la última década el envejecimiento de la población argentina avanzó en todo el territorio nacional. Asimismo, todas las jurisdicciones registraron un sostenido aumento de la proporción de personas de edad extrema –80 años y más- sobre el total de sus respectivas poblaciones de adultos mayores. El envejecimiento demográfico argentino cubre ya toda la región en el Centro Litoral y Cuyo y se extendió al Noroeste y la Patagonia: en ambas regiones ya se evidenciaron provincias envejecidas.

En la Argentina, como en otros países envejecidos, las generaciones que alcanzaron la edad mayor poseen menores tasas de analfabetismo que sus predecesoras, robusteciendo la hipótesis que están llegando al colectivo personas con cada vez mejores niveles educativos. 

También se pone de manifiesto en nuestro país la tendencia de los adultos mayores de mantener contextos residenciales unigeneracionales, independientes de los más jóvenes. Así lo indicaría el pronunciado incremento de los hogares encabezados por personas de 65 años y más y, dentro de ellos, los hogares unipersonales de adultos mayores.

Para Gómez, A. y Lucarini, A. (2009) en el contexto de estas transformaciones socio demográficas resulta de suma preocupación el descenso en la proporción de personas de 65 años y más que poseen cobertura de salud a través de servicios de obra social, mutual o privado. O al menos se sigue presentando como una cuestión social de inconmensurable preocupación el funcionamiento y solvencia de dicho sistema de prestaciones de salud y psicosocial. La disminución alcanza al 10% de la población adulta mayor.

La Ciudad de Buenos Aires continúa siendo la jurisdicción más envejecida del país, mostrando en el último censo que el 17,2% de los vecinos eran personas de 65 años y más. Tal proporción de personas mayores categoriza a la Ciudad como verdaderamente envejecida. Si bien en todos los barrios avanzó aumentó el envejecimiento de su población, en el límite N.O. se ubicaban los vecindarios con mayores proporciones de personas mayores. En la zona Sur, en cambio, se ubicaban los distritos con relativamente menor envejecimiento.

ALGUNOS APROXIMACIONES DEMOGRÁFICAS EN LA CIUDAD DE CÓRDOBA

Con respecto a la ciudad de Córdoba es interesante mencionar el trabajo de Díaz (2002) quien utiliza análisis multivariado, y estratifica la población de la ciudad de Córdoba con los datos del censo 1991. En este trabajo se señala que el nivel de instrucción permite discriminar a los diferentes grupos. La población es dividida en cinco grupos:

1) Los estudiantes que recibe la ciudad, ubicados en los alrededores de la ciudad universitaria y del Hospital Nacional de Clínicas, grupo conformado por población adulta joven caracterizado por su baja fecundidad y mortalidad infantil;
2) Los constituido por población envejecida y baja fecundidad, con cobertura de salud, y con jefe de hogar con trabajo profesional; 
3) Los trabajadores calificados, es lo que se denomina clase media; tiene envejecimiento incipiente, pero con una fecundidad más elevada que las anteriores;
4) Los que tienen jefes con bajo nivel de escolarización, inserción laboral sin calificación, no tiene cobertura de salud y posee altos niveles de fecundidad; y 
5) Los que habitan en villa de emergencia y se caracteriza por altos índices de fecundidad y elevados niveles de pobreza e indigencia.

En cuanto al tema de segmentación etaria de la ciudad, hay muy pocos estudios que la analicen con profundidad. Sólo menciones escasas a la tendencia a mayor envejecimiento de los centros de la ciudad y la propensión de las generaciones más jóvenes a ubicarse en la periferia de la ciudad. A pesar de la escasez de estudios al respecto resulta interesante analizar las alternativas que pueden presentarse para una localización urbana planificada de los adultos mayores. 

Al respecto, según Peláez, E. (2006) puede afirmarse que existen dos modelos - Frank(2003)-, por un lado “el envejecimiento en el lugar” que es la tendencia europea y que habla de envejecimiento activo y en el propio espacio. Se caracteriza por nodos de servicios intercalados con la trama urbana. Todos funcionan en red y todas tienen una distancia que permite un fácil acceso. En el otro extremo tenemos la modalidad americana, que tiene todas las tipologías de servicios concentradas generando “barrios de adultos mayores” concentrados con todos los servicios juntos. 

Puede afirmarse que la idiosincrasia argentina está más cerca del modelo europeo. A los fines de realizar una adecuada planificación de ubicación y estructura de los servicios sociales urbanos es necesario conocer cuál es la localización de los potenciales demandantes de estos servicios, por lo que resulta muy importante conocer cuál es la localización geográfica urbana de los adultos mayores cordobeses así como sus diferenciales socio demográficos. Peláez, Enrique. (2006)

DIFERENCIALES DE ESTRUCTURAS ETARIAS POR FRACCIONES CENSALES

Para Pelaez, E. (2006) se observa una gran heterogeneidad entre las distintas fracciones con una mayor concentración de adultos mayores en el centro de la ciudad. La edad mediana de la ciudad de Córdoba, según el censo 2001, era de 27.66 años, sin embargo se encontraron fracciones con edades medianas superiores a los 34 años que corresponden a los barrios Alta Córdoba, General Paz, Juniors, Residencial América, Cofico y Centro; todos cercanos al área central de la ciudad. 

Mientras tanto en sectores periféricos de la ciudad aparecen fracciones con menos de 23 años de edad mediana como Los Filtros, Las Violetas, Villa Unión, Santa Isabel Tercera Sección, Villa El Libertador, Comercial, Argüello Norte, Mercantil, Colonia Lola, Renacimiento, General Arenales. La edad mediana presenta un rango que va desde los 35,67 años en barrio Alta Córdoba, hasta los 16,19 años que corresponde a poblaciones rurales del departamento capital.

Los porcentajes de adultos mayores sobre el total de la población varían desde el 18 % para el centro de la ciudad al 4 % en barrios como Los Filtros, Las Violetas y Villa Unión. La concentración de adultos mayores en determinados sectores se debe probablemente a la facilidad de acceso a servicios que permite ubicarse en áreas centrales. 

Mientras que es característico de la ciudad que las familias con hijos se ubiquen generalmente en sectores periféricos. El porcentaje de población de 0 a 14 años es para el departamento capital de 26.11 % según el censo de 2001. Pero otra vez se observa el contraste de fracciones con concentración de más del 40 % de menores de 15 años en las zonas periféricas, y fracciones centrales que tienen una población menor de 5 años inferior al 10 %. 

En el centro de la ciudad hay más de un adulto mayor de 80 años por cada niño menor de 15, mientras que en Barrio los Filtros y Las Violetas hay más de 20 niños de menos de 5 años por cada mayor de 80 años.

Existen fracciones de la ciudad que cuentan con la mayor concentración de adultos mayores, pero esto no se da en las fracciones del centro de la ciudad, sino en las del Oeste y Norte de la misma con fracciones de más de 2000 adultos mayores. Similar en la zona correspondiente a los barrios Juan XXIII, Los Naranjos y Los Plátanos, Marqués de Sobremonte, Jerónimo Luis de Cabrera, Matienzo, Parque Capital, Centro América. 

Mientras tanto puede observarse que se presentan fracciones con menos de 500 adultos mayores, generalmente se trata de las fracciones rurales periféricas.

EVOLUCIÓN DE LA ESTRUCTURA ETARIA DIFERENCIADA

Una vez estudiada la segmentación etaria del año 2001, Pelaez, E. (2006) analizó cuál fue la evolución de las diferentes fracciones censales entre los censo de 1991 y el de 2001. Estudió la evolución del porcentaje de mayores de 65 años, la edad mediana y el número absoluto de adultos mayores. Con un cambio porcentual de la población mayor en las diferentes fracciones. Observó un aumento de más de dos puntos en las fracciones aledañas al centro de la ciudad, y se aprecia una disminución en las fracciones rurales y curiosamente en algunas del centro de la ciudad.

Para Peláez, Enrique (2006) en general puede afirmarse que la ciudad de Córdoba envejeció levemente al pasar de una edad mediana de 26.85 años en 1991 a 27.66 en 2001. Sin embargo, al analizar en detalle hay sectores de la ciudad que entre 1991 y 2001 envejecieron notablemente, sumando 4 años de edad mediana tales como las fracciones que corresponden a los barrios Alto Verde, Alto San Martin; Residencial América y Alto Palermo, Cerro de las Rosas, Parque Corema. 

Por el contrario, hay sectores de la ciudad que redujeron su edad mediana, es decir se rejuvenecieron en más de dos años entre 1991 y 2001, como Nueva Córdoba y San Vicente. En el caso de Nueva Córdoba, por la alta concentración de estudiantes que se da en el barrio. En este último caso se pasó de una edad mediana de 27 años en 1991 a 24.80 en 2001 pero con la particularidad de una muy baja presencia de niños, sólo el 6 % de los habitantes del mismo tenía menos de 14 años en 2001.

También puede apreciarse la evolución de la cantidad absoluta de adultos mayores por fracciones en la ciudad de Córdoba. La ciudad contaba con 1.179.372 habitantes según el censo de 1991, de los cuáles 91.386 eran adultos mayores. Es decir el 7.74 %. En el censo de 2001 dio como resultado 1.284.582 habitantes, es decir un incremento de casi el 9 % en 10 años lo que hace una tasa de crecimiento medio anual de 0,8 %. La cantidad de adultos mayores del censo 2001 en el departamento Córdoba Capital fue de 121.896, es decir casi el 9,5 %. La tasa de crecimiento media anual del grupo de 65 años y más fue del 2.9%. 

Estas cifras indican una clara tendencia al envejecimiento de la población de la ciudad Capital en su conjunto.

El incremento del número absoluto de adultos mayores se da en las fracciones aledañas al centro de la ciudad y en las fracciones del noroeste de la misma. También puede apreciarse que algunas fracciones céntricas mantuvieron y en algunos casos disminuyeron el número de adultos mayores. Se podría afirmar equivocadamente que se está frente a un proceso de rejuvenecimiento del centro de la ciudad. Esto queda desmentido para Enrique Peláez (2006) investigador de la Universidad Nacional de Córdoba y del Conicet, que estudia cuál es la evolución de la población total de todas las fracciones de la ciudad. 

El análisis resulta significativo, ya que presenta la estabilización y en algunos casos la disminución de la población del centro de la ciudad, en beneficio de áreas periféricas, con excepción de las fracciones rurales. Se presentan fracciones que han sumado más de 10.000 habitantes, en la fracción de los barrios como: Los Bulevares, Argüello Norte, Mercantil, y la fracción de barrios como: José Ignacio Díaz, Deán Funes y Ampliación Primero de Mayo.

CARACTERÍSTICAS DE VULNERABILIDAD SOCIODEMOGRÁFICA

Localizados los adultos mayores dentro del departamento Capital, se planteó la necesidad de caracterizarlos a los fines de focalizar en qué lugares de la ciudad se encuentran los adultos mayores vulnerables, es decir aquéllos que tienen mayor probabilidad de riesgos, ya sea por carencias físicas, sociales o humanas. 

Rodríguez (2002) plantea a la vulnerabilidad como exposición a riesgos, más incapacidad para enfrentarlos, más inhabilidad para adaptarse activamente. La vulnerabilidad presenta un carácter multifacético por lo que es complejo representarla dicotómicamente. Más bien puede expresarse como un gradiente de situaciones que se dan en un segmento sociopoblacional. En este sentido Kaztman (1999) sugiere la siguiente clasificación:

Capital físico: relacionado con los elementos esenciales para el bienestar. Estos pueden ser divididos en capital físico propiamente dicho (vivienda, terreno, animales, máquinas, bienes para la reproducción social); y el 
Capital financiero:dinero.
Capital humano: incluye el trabajo como activo principal y el valor agregado al mismo por las inversiones en salud y educación.
Capital social: incluye las redes de reciprocidad, confianza, contactos y acceso a información.

Los resultados de la investigación de Peláez, Enrique (2006) agrupan a las fracciones del departamento capital en cinco estratos: el cluster 1 correspondiente a sectores de ingresos medios altos; el cluster 2 con características de sectores de ingresos medios; el cluster 3, compatible con sectores de ingresos bajos, y los clusters 4 y 5, que agrupan fracciones rurales .

El cluster número 1 concentra el 16.5 % de la población y casi el 45 % de los estudiantes universitarios y terciarios de la ciudad. Se caracteriza por bajo nivel de analfabetos (promedio de 0.38%) y bajo nivel de mayores con primaria incompleta (4.02% promedio). El más alto porcentaje de hogares conectados a Internet (promedio 24.37%) en donde más de un hogar cada dos está conectado a Internet. El nivel de hacinamiento es muy bajo - 0.7 % - mientras que paradójicamente el porcentaje de viviendas inadecuadas no es el más bajo de todas 1.74 %, probablemente por la coexistencia de sectores marginales vecinos a sectores altos. 

En este cluster, el porcentaje de adultos mayores es superior al del total de la ciudad, 11,66 %, y en el vive casi uno de cada 5 adultos mayores de la ciudad. También puede afirmarse que si bien el 51 % de la población reside en fracciones correspondientes a la categoría bajo, esa cifra aumenta a más del 60 % cuando lo focalizamos en la población menor de 15 años, y se reduce al 40 % cuando se habla de población de más de 60 años.

Al estudiar el tema de la pobreza en los adultos mayores, la pregunta obligada es si este grupo poblacional tiene mayor o menor incidencia de pobreza que el resto de la población. Al respecto Del Popolo (2001) señala que en la mayoría de los países latinoamericanos, la incidencia de la pobreza en los adultos mayores es menor que en el resto de las edades. Esto puede explicarse porque una de las principales causas de la pobreza en los adultos mayores es “la pobreza vitalicia, aquella que se inicia en el hogar”. 

En el pasado, los requerimientos de educación del mercado laboral eran menos exigentes, el contexto social de nuestros abuelos se caracterizó por el fortalecimiento de los estratos medios y asalariados, que pudo mejorar la calidad de vida de ellos. Al respecto Paredes (2004) en su investigación sobre envejecimiento demográfico y relación entre generaciones en Uruguay, señala que en ese país ha aumentado voluminosamente la proporción de viejos y también la proporción de pobres. 

Pero ni los viejos son pobres ni los pobres son viejos: Es por eso que se da el fenómeno de infantilización de la pobreza. Es de preocuparse seriamente por lo que ocurrirá dentro de 30 años, cuando la población adulta mayor este compuesta por los actuales estratos medios que están sumergidos en un profundo proceso de pauperización.

ALGUNAS CONCLUSIONES DEMOGRÁFICAS SOBRE LA CIUDAD DE CÓRDOBA

Peláez, Enrique (2006) al analizar la estructura etaria de la ciudad puede afirmar que si bien la edad mediana de la ciudad y el porcentaje de adultos mayores indica una ciudad medianamente envejecida, al desagregar el análisis por fracciones censales se observan grandes diferenciales, con áreas envejecidas como el centro y las cercanas al centro de la ciudad con edades medianas superiores a los 34 años, y sectores periféricos de la ciudad con edad mediana inferior a los 23 años. 

En la evolución de esta estructura etaria se observa un envejecimiento paulatino en la mayoría de los sectores de la ciudad a excepción de algunos sectores periféricos, y el barrio central de Nueva Córdoba que por la gran concentración de estudiantes ha disminuido su edad mediana. Un hecho plausible de señalar es el despoblamiento de las áreas centrales de la ciudad.

A los fines de detectar los sectores vulnerables de la ciudad se realizó una clasificación por clusters. Se observó que los clusters con nivel socioeconómico bajo concentran a la mayoría de la población pero no a la mayoría de los adultos mayores. Esto confirma la hipótesis de que los adultos mayores tienen una mejor situación socioeconómica que los jóvenes, para Peláez, E. (2006).

Resulta interesante entonces continuar con el desarrollo de este estudio, profundizar en aspectos de segregación residencial socioeconómica y avanzar a niveles de desagregación más pequeños como lo son los radios censales y las manzanas. Como así también el nivel de integración social en las instituciones y redes sociales. También la fragilización de poblaciones, cada vez mayor, con edad superior a los 80 años. A demás profundizar sobre el concepto de vulnerabilidad social e integración de las personas mayores a las redes sociales.

En los últimos veinte años variados trabajos de estudios sociales e investigación han explorado cuestiones como el bienestar, las relaciones de apoyo social, capital psíquico y social, la integración social, experiencias de fluidez y el funcionamiento en la sociedad de los adultos mayores.

Otros estudios sobre los recursos de apoyo social, que han sido ampliamente valorados en la vejez, aportan evidencias acerca del efecto positivo de las redes suficientes y funcionales sobre el bienestar biosicosocial de los adultos mayores. Pudiendo observarse casos en los que la red reduce su tamaño, se distribuye irregularmente, se homogeneíza y pierde funcionalidad. 

Así también algunos hechos como la muerte de familiares y amigos, la migración en la vejez, la jubilación y el ingreso a una residencia pueden impactar negativamente sobre la red, sin embargo la vejez no implica aislamiento y soledad, ni determina la insuficiencia de los apoyos sociales de un modo inexorable. Por el contario gran parte de los adultos mayores disponen de recursos de apoyo de niveles de suficiencia y funcionalidad elevados y pueden continuar incorporando nuevos vínculos a su red. (Arias, 2004; 2009)

Los hallazgos de éste y otros trabajos han mostrado que las fortalezas y capacidades que se hallan presentes en los adultos mayores, y se profundizan en edades avanzadas, aportan nuevas evidencias en el cuestionamiento de la vejez como sinónimo de pérdida, deterioro y algo homogéneo.

El desafío para las políticas públicas es entonces doble: por un lado incrementar los años de vida y por el otro, que estos años sean de bienestar y calidad de vida, es decir, acompañar la mayor esperanza de vida con mayor esperanza de vida activa.


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